Cuenca, conocida como la Atenas del Ecuador, es una ciudad que abraza al visitante. Su centro histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, su riqueza culinaria que le ha valido el sello de Culinary Capital, y su serenidad incomparable la convierten en ese lugar donde muchos extranjeros deciden quedarse a vivir o a reencontrarse.
Pero hay algo más profundo que define a esta ciudad del sur: un intangible que los turistas perciben apenas pisan sus calles empedradas. Seguridad, calidez y humanidad. Y en el corazón hotelero de Cuenca, ese intangible toma forma en el liderazgo de Bayron Vallejo, gerente general del Hotel Oro Verde – Cuenca, un espacio donde la hospitalidad deja de ser un servicio y se convierte en un puente emocional.
“Nuestro valor es la empatía”
Entrevistamos a Bayron Vallejo, gerente general del Hotel Oro Verde Cuenca, él lo dice con naturalidad, pero lo respira en cada estrategia y en cada decisión que toma con su equipo.
“Trabajamos basándonos en valores, y uno de ellos es la empatía. Gracias a eso hemos conectado con nuevas formas de turismo, especialmente el turismo inclusivo”, explica.
Y no es una afirmación ligera: el hotel ha sido parte activa de campañas de accesibilidad e inclusión en Ecuador. Sin embargo, hubo una iniciativa en particular que marcó un antes y un después para todo el equipo: la campaña de Alzheimer que los llevó a humanizar la gastronomía desde lo más profundo del recuerdo.
Cuando un plato se convierte en memoria
Bayron cuenta que la campaña nació de una pregunta sencilla pero poderosa:
¿Cómo puede la gastronomía no solo alimentar, sino también evocar recuerdos?
Junto a un equipo técnico especializado, trabajaron con una familia que buscaba algo más que un plato bien servido: querían rescatar un pedazo de la memoria de su madre, diagnosticada con Alzheimer.
Ella había comentado alguna vez que el recuerdo más nítido de su infancia era el ceviche de camarones que le preparaba su mamá. Un ceviche humilde, hecho con los camarones que ella misma pescaba en el río, macerados con limón y servidos en tardes simples pero felices.
El equipo del Oro Verde tomó esta historia con una delicadeza extraordinaria.
“Cuando les contamos a los chefs que la degustación de ese día no era para un cliente más, sino para una memoria, la reacción fue impresionante”, recuerda Vallejo.
Los cocineros no solo replicaron el plato: lo reconstruyeron desde la esencia, trayendo productos desde la zona donde vivió la señora, respetando la receta y su ritual con una devoción que trascendía la técnica.
El día del reencuentro
La familia llegó al restaurante Le Gourmet sin saber si la señora podría recordar algo. El Alzheimer es impredecible. A veces revela destellos; a veces guarda silencio.
Pero ese día no importaba tanto la reacción inmediata como la intención.
Cuando el ceviche llegó a la mesa, lo que ocurrió fue algo que el equipo del hotel nunca olvidará.
La señora probó el primer bocado en silencio, mientras su familia la observaba conteniendo la respiración. Y aunque su memoria no reaccionó de manera evidente, la emoción de los hijos fue suficiente para comprender el impacto del gesto.
“Lo más valioso fue ver a la familia abrazar ese momento. Entendieron que una marca, un hotel, podía interesarse sinceramente en un recuerdo que no era suyo”, relata Bayron con la voz aún conmovida.
Para el equipo, aquel día cambió la manera de ver su profesión.
“Descubrimos que, a través de la empatía, podemos romper barreras. Que nuestra labor puede ser profundamente humana”.
Hospitalidad sin barreras: la visión que guía al Oro Verde
Hoy, el Hotel Oro Verde – Cuenca y su gerente general miran hacia el futuro con un propósito muy claro: trascender con la auténtica hospitalidad ecuatoriana, una que sea inclusiva, sensible y libre de barreras.
“Queremos que todos nuestros clientes, sin importar las limitaciones o condiciones, vivan una experiencia donde la hospitalidad sea un puente y no un obstáculo”, afirma Vallejo.
En una ciudad que honra su historia, su gastronomía y su cultura, el Oro Verde agrega un capítulo necesario: el de la hospitalidad que abraza, recuerda y transforma.
Porque en Cuenca, un plato puede convertirse en memoria. Y la empatía, en la mejor forma de servicio.
Te compartimos el video de la entrevista aquí https://youtu.be/N6Hr4yj64cU?si=UZ-bTGB3P01lVqp4




